La vid, que representa nuestros terroirs, requiere un cuidado constante para proporcionar cosechas abundantes. La poda es fundamental: orienta el crecimiento de la planta y garantiza la calidad de las uvas. Al dominar las técnicas y momentos clave, podrás llevar tu vid hacia una producción equilibrada y saludable.
¿Por qué podar la vid? #
Sin poda, la vid crece de manera desorganizada. Sus sarmientos se alargan, formando un enredo complicado de controlar, y las racimos suelen quedar ocultos entre el follaje. Esto resulta en frutos que carecen de luz solar, lo que afecta su calidad y dificulta la cosecha.
Podar permite estructurar la planta, mejorar su exposición al sol y facilitar una buena circulación de aire. De este modo, la vid se mantiene robusta y menos propensa a enfermedades.
¿Cuándo intervenir? #
La poda principal se realiza en invierno, entre noviembre y marzo, durante el período de reposo vegetativo. En este tiempo, las hojas han caído, permitiendo ver la estructura de la vid. Así, puedes seleccionar los sarmientos que deseas conservar y prepararte para la próxima cosecha.
En primavera y verano, se requieren ajustes más ligeros. A esto se le denomina poda en verde. Su propósito es aclarar la planta, eliminando brotes innecesarios o aireando las racimos para que reciban más luz solar.
Estas intervenciones aseguran una maduración óptima de las uvas mientras previenen enfermedades.
Podar correctamente: principios esenciales #
La vid produce frutos en los sarmientos del año anterior. Durante la poda, el objetivo es mantener las ramas más prometedoras, que tienen yemas productivas, y eliminar aquellas que debilitarían la planta.
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Desde los primeros años, la poda de formación establece la estructura de la vid. Se busca crear un tronco fuerte y algunas ramas principales que sostendrán los sarmientos productivos. Esta etapa requiere paciencia, interviniendo con suavidad para no comprometer la salud de la planta joven.
La poda de fructificación, realizada cada invierno, se convierte luego en una tarea esencial. Es necesario seleccionar los mejores sarmientos y cortar los brotes inútiles. Ojo con el equilibrio: una poda excesiva puede reducir la cosecha, mientras que una insuficiente fomentará un crecimiento desordenado que afectará a los frutos.
Los pequeños gestos estivales que marcan la diferencia #
En la temporada cálida, la poda en verde asume el relevo para perfeccionar el trabajo del invierno.
Esto incluye eliminar los brotes sobrantes que agotan innecesariamente a la planta y pellizcar las puntas de los sarmientos para que la energía se concentre en las racimos. Un buen deshojado del follaje también ayuda a prevenir la humedad estancada, a menudo responsable de enfermedades como el mildiu.
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Estas intervenciones, aunque discretas, son regulares y permiten que las uvas absorban más sol, mejorando significativamente su calidad.
Bien equiparse para triunfar #
La precisión en la poda de la vid depende de contar con las herramientas adecuadas. Un tijera bien afilada es esencial para realizar cortes limpios que faciliten la cicatrización de las heridas. Para los sarmientos más gruesos, una pequeña sierra de podar será más adecuada.
Asegúrate de desinfectar tus herramientas antes de cada sesión para evitar la propagación de enfermedades de una planta a otra. Y no olvides usar guantes resistentes para protegerte de los sarmientos que pueden ser afilados.